Tocó el timbre que marcaba el fin del recreo y con una amiga subí al salón. En el camino vimos a un chico de un año menos que levantaba del piso un alfajor que se le había caído.* En el afán de imitar a una maestra dije "Ja...vas a ver que mañana amanece descompuesto. Ni va a venir".
Bueno, ayer se me cayó un muffin en plena Avenida Santa Fe y lo levanté y lo seguí comiendo.
Y hace tres días se me cayó y se abrió un tarrito de pistachos entero en la calle y los levanté todos, los guardé, y cuando llegué me los comí.
Hoy no amanecí descompuesta.
*Vale aclarar que iba a un colegio de monjas. Los pisos brillaban.